domingo, 30 de agosto de 2009

Masticaba esto hace un tiempo. Solo espero que este prolijo y que entretenga al que lo lea.





Aventuras de un distraído en tierras del excelso (los nuevos sentidos)


Conocía tan bien ese camino que de esa noche no pasaría. Hoy con un poco de valor de copas encararía la Avenida, ciego sin mirar un poco siquiera.


Bueno, no fue tal cuál el preámbulo, pero al fin con valor de espadas y varones enfile pispeando un poco el trayecto.
Para mi sorpresa el problema fue la luz, si bien ya había ensayado la proeza alguna vez, nunca había notado que el juego de sombras y luces que proyectaban sobre mis pupilas cerradas los paraísos y los automóviles estacionados fuera tan amenazante. A cada tramo entreabría los ojos y fotografiaba para guiarme y tranquilizarme, era un miedo pequeño, que sangrara mi nariz, el golpe en la cara con este frío.
Pero gradualmente mis oídos florecieron a otra percepción de tiempo y espacio, mejor dicho a una utilización focalizada de esos niveles orientativos y a una desfocalización de los demás sentidos, diferente.
Cuando sentí que estaba listo para caminar un lapso que valiera la preposición y la justificara casi empíricamente, me libere a mi confianza. Creo que recorrí mas de dos cuadras con los ojos cerrados, quizás fueron cien.
Ni bien mis pestañas se despegaron escuche un ruido extraño, un golpe seco que aletargo la visión y me distrajo, creo que no era difícil ver, lo difícil era creer, porque en realidad desconocía donde estaba y lo tenebroso de un golpe me anudo.
La noche se había esfumado para volver a un atardecer algo rojizo, de alguna manera a mis arribas todo se movía quedamente, y de otra manera eso no era un atardecer, ni la noche y menos que menos el día.
Los paraísos no existían allí, solo troncos recortados y mucha grama de invierno. A mi izquierda había un arroyo bordeado de sauces que tenían de copa y cuerpo las raíces, como si estuvieran al revés, en verdad sospeche que eran sauces por el agua.
A lo lejos se veía humo, pequeños hongos de humo, como piras semi-apagadas salpicando toda esa llanura. Escrute el horizonte en busca de alguien, lo único que distinguí fueron tres o cuatro sombras que desaparecieron como ocultándose muy a lo lejos y sentí el viento irritándome los ojos. Esta breve pincelada macabra fue abarcada por la tranquilidad de no entender lo que pasaba, de no caer en lo ocurrido. Cuando me repuse de mi primera impresión, toda esa tranquilidad que da la noche cuando no se piensa, desvarío en una fuerte alteración. Eche a correr a velocidad y a contrapelo como un loco, hasta que mi agitación y taquicardia me tumbaron y caí desparramado en el suelo.
Al tiempo ya alguien me picaba las costillas y me decía:

-"Tu, ciego, cansado del alma, te has atrevido a no mirar y has resbalado."

Me levanté aún mareado y descubrí al omnipotente, al omniconsciente, al excelso amo y señor de mi paradero, supe que era el por que lo vi…y basto.
Y escúchenme. Yo no se como era, ni quiero recordarlo. Solo se que empezó a hablar y lo hacia con tal fuerza arrolladora que no podía hacer oídos sordos, y quizás aquí me vaya, en este contexto, entiéndase.

-"Tú vienes a mi distraído, esta vez no es el hastío. Has descubiertome cual frotar la lámpara y pedirás deseos, deseos de poder. Tu estas aquí de soslayo, quieres elevarte de entre las personas, no te gustan los números.
En el fondo es correcto, la individualidad, tu mismo te pides, eso del egoísmo dejémoslo a los ladrones. Tu mismo eres al fin el universo y los otros, el universo son todos, eso ya lo escuche.
Pues mira, prefiero disparar y mostrar con ademanes de presentador circense que: los niños dicen las nimias verdades que los adultos encubren y los locos, los inmorales dicen las verdades que encubren a los adultos, nos hablan de domos, de totalidades, pero nunca de absolutas verdades. Y esto al fin tampoco me llena y a ti tampoco.
Déjame decirte también, que cuando muchos van, muchos ya fueron y volvieron cien veces; y otros tantos se quedan y nos cuentan cosas tiesas y ven las fibras del aire.
Ah!! esto me lleva de regreso a la sana soledad embriagadora, sin licores o con, no importa. Es nuestra sangre, el sentir que solo fluye nuestra vida en ese instante, el merecernos. Es construirnos.
El primer paso distraído, es aceptar el pesimismo de raíz, saber el fondo de todo para elevarte y volver a abrir los ojos.
Así que ve pensando una oración, aprende a recitar algo digno a mis oídos, salte de aquí."


Vuelvo para decirles que en ese momento no entendí nada. ¿Que quería el magnánimo? ¿Que había dicho? Creo que disparataba. Pensé y le di vueltas a la cuestión hasta que entendí que pretendía que dijera algo semejante a lo que el me había contado, una especie de filosofía borracha, no lo se.
No se tampoco como se comportaba el tiempo allí, no tenia noción del mismo, al menos no en el sentido habitual de horas, días, puestas de sol o ritmo del sueño. Todo se me hacia atemporal. Hasta que en un momento regreso el excelso a mí, y antes de preguntarme con la mirada la oración de mi invención, me di cuenta de que el tiempo eran sus apariciones, por ende esto fue lo que paso en la segunda aparición.
Ya había pensado en algo, creía en el éxito rotundo de mi frase que había rescatado del archivo sin igual que es la memoria y que había construido tras leer algún libraco en mi vida terrestre. Entonces saque pecho mientras sonreía y pronuncie:

“Por que no encuentro la razón para vivir yo me despido cada día sin morir. Yo me despido de mi en-si y mi para-si porque no quiero ser, ¿Qué soy? O lo que fui.”

Apreté fuerte los ojos y espere la redención. Cuando los abrí allí estaba el, que muy calmo me dijo en verso:


-"Vas bien, bien vas, pero no te vas."


Lo odie mucho y llore sin lágrimas. Es que no me interesaba, no quería mas. Si en su momento cerré los ojos fue por que nada me colmaba, no justificaba mi vida, y todas esas cosas, y todas las ideas y los siglos de hombres con la mano en el mentón buscándole una salida a todo esto me habían saturado.
Pero el seguía apareciendo y yo seguía parloteando desganadamente. Entonces dije que uno es como usa su libertad, ya que todos somos iguales antes de nacer. ¡Que uno es como usa su libertad!
Repetí que lo malo es lo bueno y lo bueno es lo malo y el orden de la moral y su vicio, y que se que cosas del maniqueísmo. Reconsidere lo de nada es todo fluye sin el menor éxito.
Termine diciendo que todo lo que fluye es y que al ser el universo todo yo soy el universo como lo había sentido a el contar, y manías del egotismo y desvaríos.
No me rendí y proseguí con el hecho social y lo maniatado que esta el hombre de la cultura por los agentes externos o por la gente externa y su tiempo, D-M-D’, las estructuras opresoras del lenguaje, la idea y lo real, la razón y la fe, la fe sin razón, lo trágicamente absurdo, lo liquido del presente, mas seguridad menos libertad y viceversa, la precedencia de la existencia y yo sentado en una silla.
Estaba cansado realmente, y en no se cual aparición le dije para mofarme de el que los espejos también son acá y me harte.
Paso que le perdí el miedo a ese personaje y le grite: “Que quiero escaparme de aquí pero sin este absurdo juego”. Entonces en ese exacto momento-frase la lámpara se encendió, la cuestión era escaparme, la cuestión era salírmelas de mi pseudo-velorio. Me acorde de eso de “viva el piro” de Papillon y me dio un valor absurdo.

Cuando corrí la primera vez y luego caí, vi una chance. Es extraño, pero al costado del camino había un sendero y creo que coronaba su final un fulgor de fuera de mi morada y entonces volví. Es que esa luminosidad llamaría a cualquiera la atención, no es que alrededor no se viera ni hubiera colores, era distinto. Creo que la paleta de rojos y verdes de aquel mundo era disímil a la de “arriba” (es que no se si realmente caí). La luz misma era distinta. Quizás los grises que palpaba eran un celeste cielo donde hay flores amarillas.
Al fin esa hendija de libertad palpitaba cerca de mí y tenia que encontrarla. No pensé como hacerlo, solo me moví por instinto con naturalidad y llegue a sus diáfanos pies.
Es casi una obviedad contar que no se abrió al girar el picaporte, tenia una enorme cerradura que parecía de cuentos y la puerta en si se me hacia mmm...medieval.
Emplee todas mis fuerzas e ingenios pero fracase, una y otra vez me topaba con la crudeza de esa madera antiquísima. Hasta que llego el excelso, como no podía ser de otra manera, y dijo así:

-“Tu, idiota, osado, crees eso de al final triunfaran los valientes y te ha parecido gracioso acaso eso de que la única lucha que se pierde es la que se abandona. Sin preámbulos veamos tu suerte.”

Abrió su mano derecha y mostró tres opacas llaves, una muy grande, otra mediana y otra pequeña. Debía optar por una, puso a rodar mi destino.
Mire la cerradura pero no decía nada, ya no se veía tan enorme, al menos no tanto como para obviar con fundamento a la llave mediana. Seguí analizando la cerradura y al tiempo me pareció de las medidas mas banales que había conocido y encima no decía nada.
Me incline por la grande solo por azar, el la tomo, el la encastro, el la giro y no se abrió. En un pufff mágico la puerta, las llaves y mis ganas se desvanecieron.

Mordí el polvo una vez más, pero esta vez fue distinto. Sentí un puñal atravesándome, una pena se apodero de mi de manera brutal, me vi caer en un pozo de torbellinos infernales de vueltas y mas vueltas e imágenes con lágrimas, sollozos de noche, puños apretados. Sentí esa depresión total del ser arrebatado y una bronca contra mí que culmino en la forma, en la idea del suicidio.
Yo que había remarcado la cobardía del suicida alguna vez, lo entendí. Entendí al hombre sin salida, pensé la vida como un laberinto cansador y la muerte como única escapatoria. Después de todo me quedaba mi orgullo, un ultimo acto de libertad suprema al decidir sobre mi vida. Pensar que las leyes prohíben el suicidio, se preocupan demasiado los estados por sus pueblos, es enternecedor ver como cuidan a la gente con cascos y cinturones. ! Basura¡¡Basura podrida!
¿Pero como llevar a cabo el plan? ¿Pero como no sentir que me escucha el pensamiento? Pero que enfurecido volvió el excelso, esta vez parecía el demonio y dijo:

“¿Acaso eres imbécil? Aquí domino yo, mando al tiempo y al espacio y a lo que ocupa mi espacio, y tú lo ocupas sin ganas y ¿quieres libertad? ¿Libertad sin ganas?
Cura tu enfermedad, deja el suplicio estúpido ya.”


Lo primero que entendí es que no disponía de mí, solo de mi pensamiento subyugado y sabido constantemente.
¿De que se trataba ahora? ¿Como evadirme del sentirme espiado de esa manera y peor aún como no pensar en nada?
Imagine cuadros blancos, espacios enormes, espacios enormes blancos, nada de nada. Pero no. Bien se sabe lo imposible que es. Al fin pensaba en como no pensar y en blanco, pensaba, pensaba y me desnudaba ante la presencia substancial del poderoso.
Fue una tristeza enorme, un desgano. Las apariciones que sucedieron era yo tirado en el suelo, temblando, insultando al aire. La calma no llegaba desde afuera nunca jamás, y empecé a pensar en los porque. Por que estaba donde estaba, era lo que era, pensaba lo que pensaba, veía, oía, pero ante todo por que cuestión estaba así allí. Rememore hasta el principio y recordé la calle, recordé que quería irme, como siempre evadirme de la realidad. Es que estaba torturado por ella, por eso camine ciego en busca de otra verdad. Y ahora quería salirme. ¿Para que? ¿Para volver a ser torturado por lo cotidiano de lo real? ¿Para quejarme todos los días de todos los días? ¿Para buscar una salida donde extrañar una entrada? Creo que si, creo que el primer paso es aceptar el pesimismo de raíz y lo di, y empecé a caminar.
Un entusiasmo llego como nunca, tan puro de fuerza y juventud y arrebató el maltrecho tiempo de la incertidumbre y la esperanza mentirosa que devora sueños y hombres a pasos enormes de segundos y segundos, de ahoras que ya no son en este momento. Pensé mas fuerte que nunca para que me escuche ese desgraciado, para que sepa que había entendido el fondo y para que aparezca y reírnos juntos. Ya lo tenía enfrente y me miraba fijo con la primera sonrisa que le veía, como un padre complacido. Ese loco personaje se me iba, el sentirlo se me iba desapareciendo en una nebulosa.
Nunca hablo en la despedida, pero se que me envidiaba, se que quería ser realidad junto a mi o junto a cualquiera, se que me odiaba por despreciar el devenir.
En un pestañar daba el último paso por la Avenida hacia mi hogar, me sentía tan normal, como si nada.
Pero la llave, si hubiera acertado, o si de alguna manera hubiera dicho una frase a su gusto o lo que fuese. Pobre de mi ser ingenuo, ya lo sabia, ya lo se, aprendí mucho en mi estadía. Ahora que estoy de regreso me miro las manos y a mi alrededor. Miro a los gatos que duermen y siento un calor de invierno que se va. Se que soy escuchado todo el tiempo, se que todavía me oye y en ese intercambio también lo escucho a el, lo escucho que se escurre como el agua que veo caer por la ventana a mi derecha.




Marcucho

domingo, 23 de agosto de 2009

AMOR 77

"Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son."




Julio Cortázar - "Un tal Lucas"

domingo, 9 de agosto de 2009



Breve anotación para compartir




Muchas veces me decían , "Ah como el escritor" y yo respondía que si. Pero no lo conocía, algunos títulos, alguna entrada a google. Entonces decidí leer "Del sentimiento trágico de la vida" y descubrí a un ser humano por excelencia, uno de los tipos mas sinceros y apasionados que leí.

Al terminar la obra, donde se hacen una serie de reflexiones respecto a España y su legado a la kultura y donde se eleva la figura de Don Quijote sobre muchos pensadores y pensamientos, allí están estas palabras que cito a continuación y que me conmovieron, un grito heroico contra la apatía reinante, un grito heroico y ridículo contra muchas verdades titubiantes.


Cit.


"Es que Don Quijote se convirtió. Si, para morir el pobre. Pero el otro, el real, el que se quedo y vive entre nosotros alentándonos con su aliento, ese no se convirtió, ese sigue animándonos a que nos pongamos en ridículo, ese no debe morir. Y el otro, el que se convirtió para morir, pudo haberse convertido por que fue loco y fue su locura, y no su muerte ni su conversión, lo que le inmortalizo, mereciéndole el perdón del delito de haber nacido. Felix culpa! Y no se curo tampoco, sino que cambio de locura. Su muerte fue su ultima aventura caballeresca; con ella forzó el cielo, que padece fuerza.

Murió aquel Don Quijote y bajo a los infiernos, y entro en ellos lanza en ristre, y liberto a los condenados todos, como a los galeotes, y cerro sus puertas, y quitando de ellas el rotulo que allí viera Dante, puso uno que decía: "!Viva la esperanza!", y escoltado por los libertados, que de el se reían, se fue al Cielo. Y Dios se rió paternalmente de el, y esta risa divina le lleno de felicidad eterna el alma."


"Y Don Quijote no se rinde, porque no es pesimista. Y pelea. No es pesimista porque el pesimismo es hijo de la vanidad, es cosa de moda, puro snobismo, y Don Quijote ni es vano ni vanidoso, ni moderno de ninguna modernidad- menos modernista -, y no entiende que es eso de snob mientras no se lo digan en cristiano viejo español (...) Don Quijote no ha llegado a la edad del tedio de la vida, que suele traducirse en esa tan característica topofobia de no pocos espíritus modernos, que se pasan la vida corriendo a todo correr de un lado para otro, y no por amor a aquel a donde van, sino por odio a aquel otro de donde vienen, huyendo de todos. Lo que es una de las formas de la desesperación. "





Marcucho