lunes, 21 de junio de 2010

Quizas mañana

En algún momento voy a poder expresar lo que siento, en algún momento. En alguna oportunidad voy a entender, quizás. En algún momento de todos los momentos volveré a ser feliz, como cuando pibe. Como cuando en la terraza de mi casa proyectaba sueños y me creía todo. En algún momento va a pasar que todo se justifique, volverá el amor y me corresponderá.
La eternidad es larga si mal no calculo y mi carne perdurara algún tiempo, y si no serán estas letras, una forma de ser , la ternura que brinde, todo lo que escondí; algo quedara estático en el fluir del tiempo total.
En algún momento de la eternidad que puede ser ahora o no, o mañana o en segundos. Pero así sera. No venimos a este mundo para perecer o no pecar por una promesa, tampoco se para que.
Pero en algún momento de la eternidad lo sabré, la vida es algo fea para decir que no, un si proyectado al infinito me sabe mejor. Por que lo merezco y me merecen, por que tengo mucho para dar y hacer . Y que ese momento llegue depende de mi, no importa cuando sea, pero no sera otro el que se lleve mi vida sin pelear.

En algún momento de la eternidad, sera la verdad.

lunes, 22 de febrero de 2010

Las aguas turbias !!




Brota el agua del subsuelo pudriendose las raíces.
Y el pueblo porteño se aflige si no para de llover.
Se saturan de evacuados tinglados grises.
Pues los cauces entubados no se dejan contener.
Y pronto todo está inundado, menos que mañana y mas que siempre.

De llegar la sudestada arrimando al río.
Junto a la tormenta brava, el final se hará evidente.
Sobrevivirá el valiente, huirán los ricos.
Antes de que los lavabos regurgiten defecciones.
Sé que dirán que estoy errado.
Que es imposible que no puede suceder.
Que la antigua predicción esté cumpliendose.
Las aguas turbias. Suben esta vez.

Brota el agua del subsuelo pudriendose las raíces.
Y el pueblo porteño se aflige si no para de llover.
Se saturan de evacuados tinglados grises.
Pues los cauces entubados no se dejan contener.
Y pronto todo está inundado, menos que mañana y mas que siempre.
Sé que dirán que estoy errado.
Que es imposible que no puede suceder.
Que la antigua predicción esté cumpliendose.
Las aguas turbias. Suben esta vez.


Almafuerte

lunes, 11 de enero de 2010

Cap. XXXII


Un padre que da consejos
más que padre es un amigo;
ansi, como tales digo
que vivan con precaución:
naides sabe en qué rincón
se oculta el que es su enemigo.


Yo nunca tuve otra escuela
que una vida desgraciada;
no estrafien si en la jugada
alguna vez me equivoco
pues debe saber muy poco
aquel que no aprendió nada.


Hay hombres que de su cencia
tienen la cabeza llena;
hay sabios de todas menas,
mas digo, sin ser muy ducho:
es mejor que aprender mucho
el aprender cosas buenas.


No aprovechan los trabajos
si no han de enseñarnos nada;
el hombre, de una mirada
todo ha de verlo al momento:
el primer, conocimiento
es conocer cuándo enfada.


Su esperanza no la cifren
nunca en corazón alguno;
en el mayor infortunio
pongan su confianza en Dios;
los hombres, sólo en uno,
con gran precaución, en dos.


Las faltas no tienen límites
como tienen los terrenos,
se encuentran en los más buenos,
y es justo que les prevenga:
aquel que defetos tenga
disimule los ajenos.


Al que es amigo, jamás
lo dejen en la estacada;
pero no le pidan nada
ni lo aguarden todo de él:
siempre el amigo más fiel
es una conduta honrada.


Ni el miedo ni la codicia
es bueno que a uno lo asalten,
ansí, no se sobresalten
por los bienes que perezcan,
al rico nunca le ofrezcan
y al pobre jamás le falten.


Bien lo pasa hasta entre pampas
el que respeta a la gente;
el hombre ha de ser prudente
para librarse de enojos;
cauteloso entre los flojos,
moderado entre valientes.


El trabajar es la ley,
porque es preciso alquirir;
no se espongan a sufrir
una triste situación:
sangra mucho el corazón
del que tiene que pedir.


Debe trabajar el hombre
para ganarse su pan;
pues la miseria, en su afán
de perseguir de mil modos,
llama en la puerta de todos
y entra en la del haragán.


A ningún hombre amenacen
porque naides se acobarda,
poco en conocerlo tarda
quien amenaza imprudente,
que hay un peligro presente
y otro peligro se aguarda.

Para vencer un peligro,
salvar de cualquier abismo,
por experencia lo afirmo:
más que el sable y que la lanza
suele servir la confianza
que el hombre tiene en sí mismo.


Nace el hombre con la astucia
que ha de servirle de guía,
sin ella sucumbiría,
pero, sigún mi esperencia,
se vuelve en unos prudencia
y en los otros picardía.


Aprovecha la ocasión
el hombre que es diligente;
y téngalo bien presente
si al compararla no yerro
la ocasión es como el fierro,
se ha de machacar caliente.


Muchas cosas pierde el hombre
que a veces las vuelve a hallar;
pero les debo enseñar,
y es bueno que lo recuerden:
si la vergüenza se pierde
jamás se vuelve a encontrar.


Los hermanos sean unidos,
porque ésa es la ley primera;
tengan unión verdadera
en cualquier tiempo que sea,
porque si entre ellos pelean
los devoran los de ajuera.


Respeten a los ancianos,
el burlarlos no es hazaña;
si andan entre gente estraña
deben ser muy precavidos,
pues por igual es tenido
quien con malos se acompaña.


La cigüeña, cuando es vieja
pierde la vista, y procuran
cuidarla en su eda madura
todas las hijas pequeñas:
apriendan de las cigüeñas
este ejemplo de ternura.


Si les hacen una ofensa,
aunque le echen en olvido,
vivan siempre prevenidos;
pues ciertamente sucede
que hablara muy mal de ustedes
aquel que los ha ofendido.


El hombre no mate al hombre
ni pelée por fantasía;
tiene en la desgracia mía
un espejo en que mirarse:
saber el hombre guardarse
es la gran sabiduría.


La sangre que se redama
no se olvida hasta la muerte;
la impresión es de tal suerte,
que a mi pesar, no lo niego,
cai como gotas de fuego
en la alma del que la vierte.


Es siempre, en toda ocasión,
el trago el pior enemigo;
con cariño se los digo,
recuérdenló con cuidado:
aquel que ofiende embriagado
merece doble castigo.


Si se arna algún revolutis
siempre han de ser los primeros;
no se muestren altaneros
aunque la razón les sobre:
en la barba de los pobres
aprienden pa ser barberos.


Si entregan su corazón
a alguna mujer querida,
no le hagan una partida
que la ofienda a la mujer:
siempre los ha de perder
una mujer ofendida.


Procuren, si son cantores,
el cantar con sentimiento,
no tiemplen el estrumento
por solo el gusto de hablar,
y acostúmbrense a cantar
en cosas de jundamento.


Y les doy estos consejos
que me ha costao alquirirlos,
porque deseo dirijirlos;
pero no alcanza mi cencia
hasta darles la prudencia
que precisan pa seguirlos.





J.H